Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación para que cada alumno progrese hacia los objetivos previstos es nuestra prioridad.
Lo ideal, cuando se tienen entre veinte y treinta alumnos, sería ofrecer a cada uno lo que Claparéde llamaba, a principios de siglo, una «educación a medida». Lo cual parece fuera del alcance. En efecto, el problema es insoluble siempre que imaginemos que, para crear una situación de aprendizaje óptima para cada alumno, hace falta encargarse de él personalmente. Esto no es ni posible ni deseable.
Diferenciar, es romper con la pedagogía frontal-la misma lección, los mismos ejercicios que por años se han puesto, pero sobre todo situar una organización del trabajo y de los dispositivos didácticos que se suponen tenemos a nuestro alcance y en primer lugar a los que tienen más que aprender. Definitivamente nuestros alumnos son diferentes, no tienen el mismo nivel, mismos intereses, los mismos medios y formas de aprender. Para encontrar un termino medio entre una enseñanza frontal ineficaz y una enseñanza individualizada impracticable, hay que organizar el trabajo en clase de forma distinta, romper la estructuración en niveles anuales, facilitar la comunicación, crear nuevas tareas, los dispositivos didácticos, las interacciones, las regulaciones, la enseñanza mutua y las tecnologías de la formación (Perrenoud, 1976;Tardif 1998).
* Hacer frente a la heterogeneidad en el mismo grupo de clase .En una pedagogía diferenciada, lo importante es situar los dispositivos múltiples, no basarlo todo en la intervención del profesor. La diferenciación exige métodos complementarios, por lo tanto, una forma de inventiva didáctica y organizativa, basada en un pensamiento arquitectura más amplio.
* Compartimentar, extender la gestión de clase a un espacio más amplio. En una pedagogía diferenciada y una organización por ciclos de aprendizaje, estos problemas son el motor de los profesores, que solo pueden resolverlos en equipo y de forma local.
* Practicar el apoyo integrado, trabajar con alumnos con grandes dificultades. Algunos
alumnos encuentran dificultades que sobrepasan las posibilidades ordinarias de
diferenciación y exigen medidas excepcionales. Esto
supone unas competencias mucho más precisas en didáctica y en evaluación, pero
también capacidades relaciónales que permitan hacer frente, sin desmontarse, ni
desanimarse, a resistencias, miedos, rechazos, mecanismos de defensa, fenómenos
de transferencia, bloqueos, regresiones y todo tipo de mecanismos psíquicos
debido a los cuales se conjugan dimensiones afectivas, cognitivas y
relaciónales para impedir aprendizajes decisivos para empezar o seguir con
normalidad. Analizando la cultura profesional de los profesores de apoyo
experimentados, sus competencias, sus representaciones, sus actitudes, sus
conocimientos y habilidades lo
ideal sería, en una organización de equipo, encontrar los recursos para
encargarse de esos niños, si es preciso con apoyos externos, pero sin
excluirles. Las medidas de integración de niños discapacitados o psicóticos en
las clases habituales han abierto un camino, como las prácticas de apoyo
psicopedagógico integradas en el aula, el interventor y el responsable de la
clase trabajando juntos, uno u otro encargándose más en concreto de los alumnos
con grandes dificultades.
*Desarrollar la cooperación entre alumnos y algunas formas simples de enseñanza mutua. Sin embargo desarrollar la cooperación entre alumnos y algunas formas simples de enseñanza mutua mientras los profesores se consideren la única fuente de impulso y de regulación de los aprendizajes de los alumnos, se puede temer que acaben agotados al intentar estar «en misa y repicando». Incluso si elaboran dispositivos ingeniosos y recurren a las tecnologías más avanzadas, no lograrán hacer frente a todos los problemas. Sin que esto constituya una solución milagrosa, resulta interesante apostar por la cooperación entre alumnos. La enseñanza mutua no es una idea nueva, en el siglo pasado tuvo su máximo esplendor en la pedagogía inspirada por Lancaster (Giolitto, 1983).
Hoy en día estamos condenado a inventar nuevas formas de enseñanza mutua, que requieren la autonomía y la responsabilidad de los alumnos, lo cual no resulta fácil. Sin duda, trabajando en equipo pedagógico, se puede pedir que los alumnos destacados que hagan el papel de monitores. El desarrollo de la cooperación pasa pues por actitudes, reglas del juego, una
cultura de la solidaridad, de la tolerancia, de la reciprocidad y una práctica
regular del consejo de clase (Philiber y Weil, 1997). Saber favorecer la
aparición de una cultura parecida y crear instituciones internas de consenso es
una de las competencias pedagógicas más importantes que sin lugar a duda requiere y exige una inversión importante de nuestro tiempo.
¿Cómo consideras que sería la educación a medida de los estudiantes?
¿Cómo haces frente a la heterogeneidad?
¿Que opinas sobre la enseñanza mutua?
Referencia:




